Chevrolet Tigra, recordando al Chevy más sexy que ha conocido México Gerardo García
A lo largo de los años nos hemos encontrado con autos que combinan estilo a bajo precio. El Chevrolet Tigra es uno de ellos, y aunque su trayectoria en México fue corta, es un coupé que vale mucho la pena recordar por su peculiar diseño, su precio y su sencillez mecánica. Era un Chevy con ánimo de ligar.
Como varios modelos de General Motors a finales de los 90 y principios del milenio, el Tigra no era de origen Chevrolet, sino de la firma alemana Opel. Se estrenó en Europa en 1994 y llegó a México en 1999, donde sólo estuvo disponible ese año, importado desde Zaragoza, España. Por eso es muy difícil encontrar alguno en las calles todavía.
La sencillez del Chevy en una carrocería sugerente
El Chevrolet Tigra fue creado a partir de la segunda generación del Opel Corsa, conocido como Chevy en México. Los diseñadores de la firma alemana lograron diferenciar totalmente al Tigra gracias a una carrocería coupé que aprovechaba las formas redondas —y coquetas— del Chevy, con elementos muy peculiares, como un medallón que se extendía hacia la cintura del auto.
Por fuera, claramente, no parecía un Chevy, pero por dentro era idéntico. El tablero del Tigra era el mismo que el Chevy, salvo por piezas muy específicas, como el volante o el cuadro de instrumentos. El espacio no era su mejor carta de presentación. Pasajeros altos sufrían por lo inclinado del parabrisas y del medallón, y por el escaso espacio para piernas en la banca trasera. La cajuela quedaba reducida a sólo 215 litros.
El equipamiento era superior al de cualquier Chevy. El único Tigra disponible en México incluía aire acondicionado, bolsas de aire frontales, frenos ABS, vidrios y seguros eléctricos, reproductor de música con lector de CD, dirección hidráulica, faros de niebla y rines de aluminio, muy completo para un auto de la época.
Mecánicamente, el Chevrolet Tigra también era muy similar al Chevy. El chasís era el mismo, pero el motor de 1.6 litros no era exactamente igual. En 1999, el hatchback desarrollaba 78 hp —92 hp en la versión pick-up— mientras el Tigra generaba 106 hp y 109 lb-pie, suficientes para llevarlo a 100 km/h en 10.5 segundos y llegar hasta a 203 km/h. Utilizaba una caja manual de cinco cambios.
El capricho tenía su precio. No dejaba de ser accesible, pero tampoco era precisamente barato. Su precio era de $196,400. En contexto, la gama del Chevy de tres puertas iba de $79,300 para el Pop de 52 hp y se elevaba hasta $122,800 para el Joy más equipado con caja automática. El Tigra costaba lo que un Tracker o un Cavalier tope de gama.
Al final, aunque se vendió poco, fue un auto muy valorado por quienes siempre soñaron tener un "auto capricho" sin alejarse de la sencillez de un urbano. Su parentesco con el Chevy aseguraba fiabilidad mecánica, disponibilidad de piezas —que no fuesen estéticas, claro— y buen rendimiento de combustible.
Esa primera generación se mantuvo disponible en el mercado europeo hasta 2001. La segunda generación del Tigra se basó en la tercera del Opel Corsa, que llegó a México desde Brasil y Argentina ya no bajo el nombre Chevy, sino el original: Corsa. Ese nuevo Tigra jamás estuvo disponible en Latinoamérica.
Fotografía | Opel | Tommi Nummelin
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