Mercedes-AMG GT 63 S E Performance, a prueba: una brutal máquina híbrida de 843 hp, 1,032 lb-pie y 5 MDP Gerardo García
Decir que los autos híbridos son aburridos ya es obsoleto, pero aún hay quien lo piensa, quizá sin saber que hasta en la Fórmula 1 se está utilizando esta tecnología. El Mercedes-AMG GT 63 S E Performance nos muestra la cara más divertida de un auto híbrido, aunque encasillarlo en el concepto de "auto híbrido" sería hacer de lado todas las cualidades de este supersedán que se presenta, sin falsa modestia, como el modelo de producción más poderoso en la historia de la marca.
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Todo en la vida depende del uso que le des. Cuando hablamos de vehículos electrificados, el discurso habitual es reducir emisiones, mejorar el consumo de combustible o cualquier cosa en favor de la sustentabilidad. Qué bueno, pero esa misma tecnología tiene la suerte de hacer autos emocionantes si se lo propone. Lo que busca el Mercedes-AMG GT 63 S E Performance es desempeño puro y duro. Si además puede recibir etiqueta "eco" en algunos países, mejor, pero su mirada está bien puesta en prestaciones de escándalo. Vayamos por partes.
Un superdeportivo "lo suficientemente híbrido", ni menos ni más
Todo en la vida depende del uso que le des, pero también de la forma en que lo haces. Cuando me plantearon al GT 4-door como el primer híbrido de Mercedes-AMG, mi primer temor fue el peso. El auto en sí mismo no es precisamente pequeño, y si encima carga con una batería de su talla, el resultado en báscula podría no ser el ideal para un coche genuinamente deportivo. ¿Qué crees? En Mercedes-AMG pensaron lo mismo.
El Mercedes-AMG GT 4-door se volvió sólo "lo suficientemente híbrido" para alcanzar sus objetivos de desempeño. Ni menos ni más. Su batería es de sólo 6.1 kWh, pequeña a lado de la de un EQA (65 kWh) o de otros plug-in hybrids de Mercedes, como el GLC (13.5 kWh). La explicación es sencilla: el Mercedes-AMG GT 63 S E Performance no persigue grandes cifras de autonomía eléctrica, sino una batería lo suficientemente pequeña para no añadir peso innecesario, pero lo suficientemente grande para alimentar a su motor eléctrico de alto desempeño.
La batería pesa sólo 89 kg y tiene algo muy peculiar: está compuesta por 560 celdas enfriadas de manera individual, y no únicamente desde fuera del compartimiento que las almacena, como sucede en cualquier otro vehículo. Esta tecnología, exclusiva de Mercedes-AMG, justamente nació en su escudería de Fórmula 1. Con esto se estabiliza su entrega de poder y se asegura su durabilidad, incluso bajo condiciones de manejo demandante en pista. Repito, este auto nació para circuitos, no para romper récords de autonomía eléctrica.
El motor eléctrico del Mercedes-AMG GT 63 E Performance desarrolla picos de hasta 201 hp por 10 segundos —constantes son 99 hp— al eje trasero, con la peculiaridad de poder enviar poder al eje delantero a través de una conexión mecánica, en caso de que el par sea demasiado para las llantas traseras y se requiera de una mejor distribución para asegurar el mejor nivel de adherencia.
El motor principal es un delicioso V8 biturbo de 4.0 litros, que genera 639 hp y 663 lb-pie. Combinado con el motor eléctrico, esta versión del AMG GT 4-door genera un (espectacular) total de 843 hp y 1,032 lb-pie. Mil treinta y dos. La mayoría disponible casi al arrancar. El motor de combustión se controla mediante una caja automática de nueve cambios, y el eléctrico lleva una transmisión de dos velocidades, para asegurar el máximo rendimiento aún a velocidades muy altas.
Si en la teoría suena bien, en la práctica es una delicia
Si algo he descubierto luego de algunos años en el mundo de los autos, es que muchas veces la teoría dice una cosa y la práctica cuenta otra historia. Del Mercedes-AMG GT 63 S E Performance me quedó claro que sus cifras son espectaculares, pero aún así estamos ante un auto grande que, aun con una batería ligera, sigue marcando 2,380 kg en báscula.
Abrocho el cinturón de seguridad, ajusto volante y oprimo el botón de encendido. El bramido del escape, aún sin arrancar, ya es motivo para erizar la piel. Busco los ajustes, coloco el auto en modo RACE para adentrarme a la pista y... ¡wow! Sólo rocé el acelerador y me pegó al respaldo. Benditos motores eléctricos y bendito torque instantáneo. Tan solo he recorrido unos cuantos segundos y el auto me está dejando en claro que la teoría empata perfectamente con las sensaciones que transmite en la práctica.
Doy una vuelta de reconocimiento al circuito. Luego otra más rápido. Otra aún más rápido. Conforme voy ganando confianza, voy catando la maravilla de ingeniería que supone este Mercedes-AMG. Por un lado tienes la respuesta inmediata del motor eléctrico y, por el otro, el espectacular sonido de un motor de combustión, con esa sensación de aceleración progresiva conforme la aguja del tacómetro se va poniendo en posición vertical.
En la recta del Circuito de Monteblanco, a las afueras de Sevilla, el Mercedes-AMG GT 63 S E Performance logró lo que pocos autos con motor de combustión me habían provocado: esa sensación de mariposas en el estómago por una aceleración cardiaca. Si has hecho un 0 a 100 km/h en algún vehículo eléctrico potente, sabes a lo que me refiero, pero en esta ocasión yo no arranqué de cero ni iba en un modelo completamente eléctrico; fue un sprint de 100 a 200 km/h en el que el auto producía suficiente fuerza para pegarme al respaldo, removerme todo dentro y ¡qué pena que traía el casco puesto! La cámara no pudo grabar la sonrisa que me quedó para el resto de las vueltas.
Habiendo experimentado su brutal aceleración, llega el momento de comprobar otra declaración de Mercedes-AMG que al principio me costó trabajo creer: es un auto híbrido enchufable desarrollado para que rara vez tengas que enchufarlo. Según me cuentan, su capacidad de regeneración es tan alta que puede recargar la batería mientras la usa, para que la alegría del motor eléctrico en pista nunca termine.
En mi mente, la lógica decía que entre más demandara al motor y más lo usara en pista, menos carga debía quedar, pero al frenar antes de entrar a una curva pude ver cómo el nivel de carga subía. Lo que sucedió al final fue una locura: inicié la sesión en pista con la batería en torno al 86% y la terminé al 100%.
Me parece impresionante que un auto sea capaz de producir tanta energía a partir del frenado, pero lo hace, aunque a costa de un tacto algo extraño en el pedal. En las primeras frenadas bruscas llegué a sentir que le hacía falta "morder" con más contundencia, luego entendí que A) Frené a 230 km/h pensando que iba más lento B) No le falta fuerza a los frenos, simplemente tienen un tacto diferente por la propia naturaleza del sistema de regeneración. Luego de unas cuantas vueltas te terminas acostumbrando.
Ahora, en términos de comportamiento del chasís, el Mercedes-AMG GT 63 S E Performance disimula perfectamente su peso. No se siente liviano, pero en definitiva controla las transferencias con gracia y termina yendo exactamente hacia donde apuntas con el volante. Las ruedas traseras siguen a la perfección el trazo del eje delantero. Es un supersedán tan rápido como preciso —y precioso.
Un deportivo para disfrutarse a 250 km/h o a 60 km/h
Este Mercedes-AMG GT 4-door nació para devorarse los circuitos. Me queda claro. Es una máquina dedicada por completo al alto desempeño, con todo lo necesario para arrebatarle el aliento a cualquiera y derribar cualquier mito —o prejuicio— alrededor de los autos híbridos, pero también es un vehículo de cuatro puertas con buen espacio, buena cajuela y amenidades para el día a día.
Tras haberle puesto las manos encima en pista, llegó el momento de llevarlo a la civilización, pasando por ciudad, carretera y autopista. Los modos de manejo doman a la fiera que lleva dentro; en modo Comfort tendrás los 843 caballos más dóciles, un sonido de escape regulado y una suspensión que blanda no es, pero dura tampoco.
A velocidades entre 80 y 120 km/h, el Mercedes-AMG GT 63 S E Performance se siente como si fuera a 30 km/h por lo bien aislado. Quizá por eso mis colegas se burlaban de que respetara los límites de velocidad, porque el auto da para mucho más. Una disculpa ñoña de mi parte, pero así descubrí que si un track-day te deja agotado, el auto te mimará en el camino de vuelta con un espectacular sistema de sonido y asistencias capaces de guiar el auto al centro del carril y ajustar automáticamente la velocidad máxima que dicte cada letrero. Para esos días —que todos hemos llegado a tener— el auto sólo te pedirá mantener los ojos abiertos y sujetar el volante.
A resumidas cuentas, este magnífico deportivo es la cúspide de los modelos de AMG. Un modelo que estrena los motores eléctricos en la división deportiva de la marca y que lo hace con las intenciones correctas: no habla de reducir emisiones —aunque tiene 12 km de autonomía eléctrica— sino de llevar un motor eléctrico sólo por el gusto de llevarlo, porque su respuesta le hace bien al desempeño y a los petrolheads, por muy en contra que estén de la electrificación, nos termina por enamorar.
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